29 de octubre de 2010

¡Tierra a la vista!

Preocuparse puede ser una virtud o un defecto, lo único que es seguro es que es irreversible. Apenas comienzas a preocuparte por cosas como los estudios, la carrera, la reputación, la dignidad, el dinero, el respeto... perdiste. No hay vuelta atrás. No hay botón de "despreocupar". La despreocupación se vuelve un estado momentáneo donde te relajas porque tienes control sobre la situación, es decir, es cuando planificas relajarte.

Así funciona la vida de los preocupados, tienen que tener algún tipo de control sobre su existencia para no sentir que están a la deriva. Aún asi, pareciera que a las personas que no han presionado el botón de "preocupación" les va mejor, tienen más suerte y todo pareciera arreglarse en el momento justo. Intervención divina.

Conversando con una amiga el otro día estuvimos pensando si debíamos tener celos de esas personas despreocupadas. Llegué a una conclusión personal de que prefiero estar en un barco cargado de preocupaciones con un lento y difícil recorrido porque los botes a la deriva no siempre llegan a la costa.

25 de octubre de 2010

La manzana de la ignorancia.

Todos conocemos la historia de Adán y Eva, como ella fue tentada y comió de la manzana para después causar su expulsión del Paraíso. Lo que nunca hemos pensado es que a nosotros nos sucede lo mismo en determinado momento de la vida. Quizás no lo recuerdes ya que es una transición que se ha convertido tan obvia, es lo que llamamos el "uso de conciencia". Es cuando mordemos la manzana y comienzan a caer las preocupaciones, las dudas, las verdades que habíamos ignorado y los problemas. Es cuando la realidad nos cae encima.

Todo comienza con la frase "éramos felices y no lo sabíamos", precisamente ahí radica nuestra felicidad: no lo sabíamos. No sabíamos que había que elegir una profesión, que comenzaríamos a tener problemas, que la vida es mucho más larga y complicada que una película, que nuestros padres habían pasado por los mismos problemas, que el dinero mueve el mundo y el interés mueve a las personas, no sabíamos que Santa Claus eran nuestros papás.

Éramos unos ignorantes felices. Pero la ignorancia sólo sirve cuando sómos niños, cuando crecemos es dolorosa o patética. Lo único de lo cual podemos regocijarnos es que alguna vez estuvimos en el Paraíso.

Y no lo sabíamos.


22 de octubre de 2010

Los chicos no lloran.

Estaba viendo una pelicula romántica de esas que producen los cineastas sólo para hacerte llorar y me hizo recordar todos los films que alguna vez habré visto de amor y, aunque existan miles de tramas e historias, mis peliculas favoritas siguen dos patrones: uno, el chico cambia y dedica su existencia a ser el romántico empedernido; dos, los protagonistas no terminan juntos. Bueno, al menos no desde el inicio.

Uno pensaría que las peliculas que más le gustan a las chicas son escritas por mujeres, ya que en realidad sólo nosotras sabemos que queremos escuchar. Pues no, las pocas peliculas que puedo contar como "favoritas" fueron escritas por Nicholas Sparks, Federico Moccia y Scott Neustadter. No, esos no son seudónimos falsos de una mujer escritora, ese tipo de cosas quedaron en los 70.

Lo único que puedo pensar es que quizás los hombres si saben lo que las mujeres quieren oír pero no saben cómo decirlo y, sinceramente, creo que nunca podrán. Porque todas esas canciones de amor, libros y peliculas son sólo una idealización del ser humano. Una representación ficticia de personajes que siempre hacen lo correcto, una idea del hombre que quisieran ser y el que las mujeres viven ilusionadas por creer que existe.

La verdad es que los chicos lloran, pero no cómo en las peliculas. Aún si lo hicieran, creo que las chicas no sabrían apreciarlo, estarían muy ocupadas dudando.