Cuando hay pelos en la lengua.

¿Cómo hacer para no decir las cosas sin lástimar a nadie?, creo que eso ya se lo había preguntado el clérigo inglés Robert Burton cuando reflexionó que "una palabra hiere más profundamente que una espada", y esa frase estuvo más que acertada.

En ocasiones, por no ocasionar un desastre uno prefiere callarse la boca. A veces los argumentos no son suficientemente válidos y comenzar a hablar implicaría sólo mostrar un desfile de quejidos sin sentido.

Por otro lado, hay personas que piensan mucho las cosas antes de decirlas y pierden la oportunidad de encarar sus problemas o expresar sus emociones al momento justo. Ese mismo tipo de personas son aquellas que cuando tienen el momento para desahogarse, no saben que decir. Lo pensaron mucho y, regularmente, terminan diciendo cosas que habían decidido nunca comentar. Consejo para ellos: piensa y actúa en el momento, la premeditación excesiva no siempre arroja resultados perfectos.

Sin embargo, cuando notas que un asunto se va incrementando a niveles obvios y deja de ser un ligero sabor amargo en la boca, ahí es cuando comienza a picarte la lengua. Es el momento donde uno guarda todas esas incomodidades para no decir palabras dañinas que arruinen la cómoda paz y se inicia a acumular un pequeño ácido de resentimiento.

Hay que tener cuidado cuando uno se calla las cosas porque si te muerdes la lengua, puede salir veneno.